Este fin de semana hemos asistido a la boda de unos buenos amigos. Ha sido una ceremonia por la iglesia, sencilla pero llena de encanto, con pocos invitados: familiares y amigos más íntimos de los novios los cuáles no podíamos perdernos el enlace.

La novia iba guapísima, un precioso vestido hecho por ella misma, con encajes y plisados, y una preciosa diadema de flores en el pelo, con un cierto toque bohemio. Lo pasamos genial, ha sido la boda más divertida que hemos presenciado.

Así que, hoy no he podido evitar compartir una boda con vosotros. El desierto o la playa también pueden ser el escenario ideal para vivir el día más especial de vuestra vida. A mí personalmente, me encanta la dulzura y armonía que transmiten las fotos, calma y sosiego para una celebración diferente, íntima y personal, teniendo como testigos a los camellos.

¿A quién no le gustaría casarse en un entorno así?