Servir el té en Marruecos más que una simple bebida, es una tradición, símbolo de hospitalidad y amistad. Se sirve bien caliente y generalmente con hierbabuena (en verano también, aunque no lo creáis ellos dicen que quita el calor y la sed, yo por más que lo intento no puedo beberlo en esta estación del año). Se trata de un ritual que se celebra siempre que un invitado entra en una casa marroquí y a la hora de la merienda se suele acompañar con riquísimas pastas. Para mí, lo mejor de la hora del té es la cuidada presentación que hacen de ella, con las tradicionales teteras marroquies junto a los vasitos de cristal, los tajines, las impresionantes bandejas talladas a mano, y los azucareros reluciendo en la mesa. Como véis, en este caso, han improvisado a modo de florero y el resultado es maravilloso.

Muchos ya sabréis que el té no es algo que me entasusiasme demasiado, pero admiro enormemente el ritual, las piezas que lo componen y sobre todo la hospitalidad que detrás de él siempre hay. Pinchando aquí, podréis ver nuestro momento del té.
¿No os parece una composición maravillosa?