Por casualidad descubrimos este pequeño hotel situado en Kolonaki (Grecia), cuya sencillez ha llamado poderosamente nuestra atención. Un mar de sensaciones nos invaden: el placer de sentir la brisa del mar tan cerca, poder disfrutar del maravilloso enclave en el que está situado, acercarnos a la preciosa arquitectura de la zona… Entramos al patio (con reminiscencias arabescas), su contenido nos atrapa enseguida. El suelo,  rematado con viejos azulejos le proporciona el protagonismo necesario para poder prescindir de muchos objetos, un limonero, que con su fragancia estival nos invita a quedarnos y el desayuno preparado con sumo cuidado, hacen que estemos deseosos de visitarlo “in situ” muy pronto.

 Ganas de visitar Grecia no nos faltan. ¿Habéis tenido la oportunidad de ir?