Todavía no sé en que momento  me enamoré perdidamente de la arquitectura ibicenca, pero el caso es que la idea de pasar un solo día en una bonita casa de similares características me vuelve loca.  Sus anchas paredes encaladas, sus formas cúbicas, las pequeñas ventanas de las estancias y las fachadas orientadas al sur, ideales para poder captar los rayos del sol en invierno y la mayor sombra posible en verano, me fascinan…  Disfruto viendo su sencillez y desde luego, creo que como casa de vacaciones es dificilmente superable. Me gustan especialmente las que están decoradas con austeridad, sin exceso de mobiliario ni complementos, pero siempre con  aire rústico-bohemio y algún toque árabe.

¿Pasarías las vacaciones en una casita ibicenca como la que hoy os enseñamos?